Thursday, November 17, 2005


Matt Groening, padre de Los Simpsons vuelve con la 16ª temporada de la serie
Pinta monos
Las vidas de unos seres humanos amarillos catapultaron a Groening de lavaplatos a icono cultural. Quien no ha visto en TV a Homero, al señor Burns o a Bart, forma parte de otra historia y corre serios riesgos de ser catalogado de viejo. La serie de dibujos animados con más permanencia en la historia de la televisión estrena nuevos capítulos a fin de mes y prepara una película para el 2008.
Franco Fasola

Un niño amarillo de ocho años no para de maquinar conflictos. Una niña estudiosa, antítesis de su hermano y con profundas crisis existenciales, quiere tocar el saxofón. Una esposa con un metro de pelo azul hacia el cielo no pierde la paciencia, aunque su familia sea una locura. Un padre que trabaja en una central nuclear y que es ejemplarmente borracho, flojo e inculto. Todos viven en el imaginario Springfield, el pueblo que en la realidad es el más repetido en el mapa de Estados Unidos.
Aunque usted no lo crea, el dibujante Matt Groening inventó la historia de la familia Simpsons en quince minutos. Sentado en un sofá y en la sala de espera de Fox tuvo el chispazo. La secretaria le anunció que lo recibirían los ejecutivos y que adentro esperaban algo “nuevo y original”. Contra el reloj, el dibujante, que era medianamente conocido por su tira cómica “La vida en el infierno”, se aseguró. Necesitaba una familia común y corriente: papá, mamá y tres pequeños hijos. Los nombres serían los mismos que los de su propia familia. Homero y Marge, como sus padres. Lisa y Maggie, como sus hermanas. Bart, un nombre que jamás había oído, sería el hermano rebelde que tenía su propia personalidad mezclada con la de sus hermanos.
Algunos años antes, Matt Groening había cambiado su natal Oregon para trasladarse a Los Angeles y convertirse en el escritor que siempre quiso ser. Pero la ciudad le mataba la ilusión. La contaminación y la cultura basura de rápido consumo lo dejó dibujando la tira de humor negro “La vida en el infierno”, que vendía en una tienda de discos en la que trabajó, tal y como ya lo había hecho lavando platos en un asilo de ancianos y como jardinero.
Ya dentro de la sala de reuniones y frente a los ejecutivos de la productora todo fueron risas. Era 1985 y Matt tenía 31 años. Nunca imaginó que dos años después la idea iba a debutar como un sketch de menos de dos minutos en “El Show de Tracey Ullman”. Menos aún que, debido a tanto éxito, lograría un programa propio en diciembre de 1989. Y ni hablar de los admiradores y fanáticos que luego de 16 temporadas tiene en todo el mundo.

CULTURA PARA LAS MASAS
“En ‘Los Simpsons’ y en ‘Futurama’ se parte de la base de que el público disfruta por igual la sátira, la parodia y la comedia tonta, como si fueran seres humanos”, ha señalado Groening cuya cabeza funciona como una gran juguera.
Básicamente “Los Simpsons” -que significa “hijo de un simplón”- cambió lo que se entendía por dibujos animados para adultos. Considerados la tropa de asalto de la transgresión cultural iniciada en la década del ’90, allí están instalados todos los estereotipos y los lugares comunes del “American way of life”, todos acuchillados y enlodados con la sátira fina de Groening, quien ha explicado que eligió Springfield porque era la ciudad más cercana a su casa en Portland, Oregon. Así, el lugar que alberga la central nuclear, el canódromo, el estadio de fútbol, el juzgado, el ayuntamiento, el centro comercial, el bar de Moe y que fue fundado por el sanguinario pirata Jebediah Springfield, puede ser “cualquier ciudad en Estados Unidos”.
Desde el primer capítulo, donde el rico, malévolo y ridículo Charles Montgomery Burns -el hombre rico de Springfield y dueño de la planta nuclear- decide no entregar el sueldo extra a sus trabajadores en época navideña, pasando por las apariciones de Sting, Paul McCartney, Bill Clinton, Larry King, Lenny Kravitz, Smashing Pumpinks hasta el desfile de Elizabeth Taylor con disfraz amarillo, han pasado más de 350 capítulos vistos por diez millones de viejos/niños solamente en Estados Unidos.
Si alguien quisiera verlos todos, se demoraría más de una semana. Y junto a Groening, que piensa que no es un gran dibujante, trabajan más de 20 guionistas que le simplifican la vida. “Trabajo con escritores que son más graciosos que yo, con animadores que dibujan mejor que yo y con ejecutivos que se visten mejor que yo. Me siento muy bien”.
Y era que no. Sí, aquel chico que amaba a Flash Gordon y que luego limpió platos y fue jardinero ahora tiene un programa traducido al suawhili y a otros 70 idiomas logró que el idiota de Homero sirviera para entender a Nietzsche en universidades de América y Europa, y en 1998 la revista “Time” colocó al pequeño Bart como uno de los 100 protagonistas del arte y la cultura del siglo XX, junto a nombres como James Joyce, The Beatles o Picasso.
Ciudadanos de Springfield
Uno de los plus que ha mantenido la serie más de 16 años al aire es la enloquecida gama de personajes que giran en torno a la vida de la familia de Homero en Springfield. Aquí, algunos de los más queridos.
Mr. Burns
El señor Scrooge de la serie. Es el ícono del capitalismo salvaje, el más rico de la ciudad. De extraño pasado, trata a sus empleados como esclavos y es el dueño de la central nuclear donde trabaja Homero.
Ned Flanders
El representante católico y educado del programa. Vecino de los Simpsons, viudo, amante de sus hijos, y lector de la Biblia, es la antítesis de Homero.
El jefe Gorgory
Es el jefe del departamento de policía de Springfield, el brazo gordo de la ley. Rafa Gorgory, su hijo, es un niño que juega con sus pequeños amigos invisibles.
Krusty
Este payaso-empresario es el ídolo de los niños de la ciudad. De vida disipada, tiene un show de televisión, una cadena de hamburguesas y vende todo lo que puede en la TV.

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