Tuesday, November 29, 2005


COULON Y SALINAS HABLAN DE LA CRISIS DE INTI-ILLIMANI
¡Quiebre total!
Miseria humana. Decadencia ética. Lío legal. Intereses económicos y diferencias musicales irreconciliables. Mentiras, engaño, grupo de facto, plagio. Así se refieren los músicos a las circunstancias que los tienen enfrentados en un arbitraje por la propiedad de la marca “Inti-Illimani”. “Por esa gente yo me habría hecho cortar las manos”, dice Coulon con rabia. “Con la separación nos liberamos del chamullo”, retruca Salinas. Aquí, los puñales y un telón que baja inexorablemente. De fondo, la sombra de Pinochet diciendo no me acuerdo.
Franco Fasola
La Nación
“Amigo es, quien puede ayudarte a ver más linda la vida...”
.............Cortina musical de “La granja de Orson”.
“Hay un arbitraje que busca resolver una cuestión que no tiene solución. Nosotros tenemos un contrato absolutamente regular, ellos no. Nada de eso sirvió. Ellos aparecieron, lo usaron. Van financiados por el Ministerio de Relaciones Exteriores afuera. ¡Qué sentido tiene hacer un arbitraje! ¡No se ha respetado la palabra empeñada, la decencia, ni la historia ni nada! ¡Esto es una payasada!”.
Quien habla es Jorge Coulon, líder del grupo que hasta hace unos días podíamos llamar Inti-Illimani. Hoy Coulon se encuentra en Alemania realizando una serie de conciertos y mastica amargamente una resolución arbitral que dice que su banda deberá llamarse ahora “Nuevo Inti-Illimani”.
Hace exactamente una semana, Horacio Salinas, quien fuera director musical del grupo, tocaba junto a José Seves, Horacio Duran y Jorge Boll en Valparaíso. Mientras entonaban “Alturas” y “El mercado de Testaccio”, Patricia Montero -mujer de Jorge Coulon- junto a familiares del grupo, enarbolaban pancartas en la plaza Sotomayor que decían que ese grupo no era legítimo. Hubo pifias. Era el día de la música chilena y el réquiem a casi 38 años de historia, amistad y sueños de revolución.
El 6 de agosto de 1967, un grupo de estudiantes de ingeniería de la Universidad Técnica del Estado se subían por primera vez a un escenario con el nombre de Inti-Illimani. A la fecha, la banda que se convirtió en referente musical y en paradigma de la vida en comunidad, está tan enemistada, que un arbitro tiene que definir por ellos quién es el legítimo dueño del uso de la marca registrada Inti-Illimani. Ironías de la vida, para un grupo que hace un par de décadas vivía como hermanos en una casa de las afueras de Roma, pagaban las cuentas entre todos y componían himnos que marcaron millones de corazones.
TIEMPOS VIOLENTOS
Peor que una separación matrimonial. Acusaciones cruzadas, perdida de confianza, dolor. Jorge Coulon y Horacio Salinas son las cabezas que intentan explicar una disputa que no tiene visos de solución. Coulon habla de un problema ético y Salinas replica que es musical.
Luego de una larga lista de relevos y salidas del conjunto, Coulon cree que hubo un momento en que todo se pudrió. Inti-Illimani cosechaba el éxito logrado durante el Festival de Viña del 2004. Para él, el Loro Salinas no pudo soportar ver a sus amigos triunfar. “Nosotros cobijamos un monstruo de ego”, dice.
Ya sin Salinas, ni Seves, ni Berrú, el charangista Horacio Durán era el administrador del conjunto y tenía programado, al igual que sus compañeros, su retiro luego de las felicitaciones de Vodanovic. Quería irse a vivir a Chiloé. Estaba cansado. Pero según Coulon eso sólo era una pantalla.
Horacio Salinas, José Seves y el propio Durán, junto al dueño de la productora Macondo, Alfredo Troncoso, preparaban el gran regreso del “Inti”. Coulon y los suyos estaban de gira por Australia cuando “Durán le decía al técnico de sonido que se fuera buscando trabajo, porque el grupo se terminaba. Nosotros teníamos evidencias de que él nos estaba desconectando con nuestros contactos en el exterior. Durán me juró con lagrimas en los ojos que él jamás iba a aceptar que hubieran dos Inti-Illimani, que eso era una ridiculez. Pero ellos llevaban mucho tiempo planificando esto con los abogados. Incluso trataron de convencer a Max Berrú”.
LOS APELLIDOS DEL SOL
Por esos días, Salinas sentía legítimamente el derecho de tocar las canciones que él mismo había compuesto para el Inti. Y Troncoso le proponía la interesante posibilidad de reunirse y hacer un recital junto a “Quila”, una de las facciones -historia repetida- de sus compañeros de carrera: Quilapayún.
Punto final. El mentado recital acabó con la historia común. Ahora serían dos las bandas que cargarían con un pasado glorioso y un presente sin nada que las una, salvo el nombre en disputa y la “Sociedad limitada Creaciones Musicales Inti-Illimani”, conformada por Jorge y Marcelo Coulon, Horacio Salinas, Max Berrú, José Seves y Horacio Durán.
La sociedad es dueña del nombre del grupo, luego de que Jorge Coulon lo entregara el año 2000, tras haberlo patentado en Chile a su regreso del exilio. Una de las cláusulas con las que aún funciona esa entidad, sostiene la posibilidad de pedir un arbitraje en caso de que los miembros no lleguen a acuerdo. Y dado el tenor de las recriminaciones y ante la cruda realidad de las dos facciones, el árbitro Roberto Garretón, zanjó esta semana de la siguiente manera: nadie se puede llamar Inti-Illimani. Un grupo se denominaría con el apellido “Nuevo”, dirigido por Jorge Coulon, y el otro “Histórico”, liderado por Salinas. El fallo de primera instancia difundido en prensa el viernes 25 es solo la punta de un iceberg que viene.
SE QUEMÓ LA ESTRELLA
Solución simple. Pero sólo en apariencia, pues las acusaciones de incapacidad artística o de falta de ética se atropellan. El árbitro está sólo en una cancha donde los jugadores no salen del túnel de las recriminaciones. “Si Jorge llega a pensar que nuestra reunión tiene sólo fines económicos, significa que no entiende lo que es Inti Illimani. Nosotros nos divertimos tocando- dice el “Loro” Salinas-. Hemos recuperado mucho el sentido de colaboración musical. En la raíz de mi alejamiento estuvo la renovación del conjunto y en eso, Jorge Coulon fue inflexible”.
Coulon retruca que “El loro se transformó en un ególatra. Está sinceramente convencido de que él es Inti-Illimani. La vuelta a Chile lo transformó y nosotros también colaboramos en eso (...) Esta es una banda seria. Hacemos más de cien conciertos al año. El resto es un drama humano. Los viejos hemos sido muy exitosos musicalmente y un fracaso humano de dimensiones bíblicas. Esto tiene sólo soluciones indecentes”.
Salinas reconoce que todas las separaciones son dolorosas. “Éramos un grupo musical y la música nos condujo a la imposibilidad de seguir dialogando. Esta es una fractura anunciada. Desde una grabación de 1976 y la crisis del ’87 que hubo problemas. La renovación que nosotros pedíamos pasaba por el alejamiento de Marcelo Coulon”.
Al respecto, Coulon sostiene que Salinas también pasó a llevar a los más jóvenes del grupo con su posición. “Salinas nos dijo que los músicos nuevos eran empleados y que por mucho menos se podían conseguir músicos mejores en la Plaza de Armas”.
Salinas apunta sus dardos a que “el Inti-Illimani que todos conocen es el que se formó bajo mi dirección y ese rol me obligaba a escoger el repertorio, los arreglos. No mitifiquemos nuestra situación de grupo. Con la separación, no hemos liberado del chamullo. Lo miope que tiene Jorge Coulon es no entender el significado de que nosotros nos hayamos reunido para cantar y eso lo lleva a no entender el fallo del arbitro”.
El tenor de los resquemores incluye también un debacle económico importante. El Inti- Illimani que lidera Coulon tiene un disco listo:“Pequeño Mundo”, que espera lanzar antes de fin de año, si es que el arbitraje no interfiere. El de Salinas está tocando y quiere lanzar el suyo a principios del próximo año. Pero Salinas sentencia que “si ellos también tienen disco, se van a tener que poner los ‘Nuevos Inti-Illimani’. Yo he escuchado lo que están haciendo y eso es otro grupo. Esa música tiene otra identidad. No me parece ni buena ni mala. Ellos no son “Entrama” (el ex grupo de Manuel Meriño, el nuevo director musical de la banda). Yo siento que ellos son una imitación del estilo que nosotros creamos. Cuando los escucho siento una copia”.
La sangre chorrea los charangos. La disputa legal tiene un menú lleno de apelaciones y fórmulas enrevesadas que incluyen un nombre arrendado al grupo de Coulon hasta el 2006. Pero la lista de diatribas es más extensa que el lío legal. Hace mucho tiempo que Salinas y Coulon no se hablan. Y este último dice con dolor una frase que grafica el paso del tiempo. “La sombra de Pinochet está aquí. El país se ha transformado en un lugar donde estas cosas pueden pasar. Antes un gallo se hubiese pegado un tiro antes de traicionar a un amigo así. Se relativizaron los valores de la lealtad, de la amistad, de la consecuencia. Ellos se han traicionado a sí mismos. Me duele porque por esa gente, yo me habría hecho cortar las manos”. Inti-Illimani, con todo ese halo comunitario y soñador de sus tocatas en la boite Tarapacá o en el Pollo en la Canasta , ya no existe. Murió junto al sueño revolucionario de un mañana con leche para todos a los pies del imperio neoliberal.

Thursday, November 17, 2005



El eslabón perdido de la Mistral
Que era su sobrino-hijo. Que un medio hermano de la Legión Extranjera se lo entregó en España. Que el niño se suicidó de amor. A 60 años de la obtención del Premio Nobel de Literatura, los homenajes parten con la próxima repatriación de los restos de Yin Yin, el mayor misterio y amor de Gabriela Mistral. Se termina la tragedia, se cierra el círculo para entender su mayor etapa creativa y se cumple con el último deseo de la poetisa de Montegrande: descansar eternamente junto a su hijo.
Franco Fasola
Nacion Domingo
Domingo 24 de julio de 2005
“Todavía, Miguel, me valen, como al que fue saqueado, el voleo de tus voces, las saetas de tus pasos y unos cabellos quedados, por lo que reste del tiempo y albee de eternidades”.

“Aniversario”, Gabriela Mistral


14 de agosto de 1943. En Petrópolis (Brasil), un enamorado joven de nariz aguileña y ojos verde azulados toma un largo trago de arsénico. Enfermo de amor por una bella alemana, Juan Miguel Godoy Mendonza, de 18 años, se suicida.
Juan Miguel Godoy, más conocido como Yin Yin -que en hindú quiere decir “fiel”-, constituye hasta hoy una de las mayores encrucijadas en la vida de Gabriela Mistral. Su condición y la historia que lo une con la poetisa es drama y cuento infantil. Es mentira piadosa o verdad de papel. Tratado a veces como hijo bastardo de un primo, como hijo de una amiga, como sobrino. Y mientras la muerte de la profesora rural acechaba, como hijo de sus entrañas.
Según el ministro de Cultura, José Weinstein, a 60 años de la obtención del Nobel de la autora de “Desolación”, las carteras de Cultura y Relaciones Exteriores anunciarán el próximo jueves el cumplimiento del último deseo en vida de la Mistral: descansar eternamente junto a su hijo Yin Yin, en Montegrande. “Nuestro tema no va a ser meternos en el debate de si fue hijo o sobrino. Lo importante es que éste es el ser más querido de Gabriela Mistral y que fue tratado y criado como hijo, lo fuera o no biológicamente”.

LAS RAÍCES DE YIN YIN
La vida de Juan Miguel Godoy Mendonza está cubierta de un oscuro velo que ni siquiera la repatriación de sus restos podrá levantar. Desde su nacimiento, que se presume fue entre mayo y junio de 1925, hasta su trágico suicidio en Brasil, sus orígenes han sido materia de arduos debates.
El manto de dudas que hasta hoy subsiste fue alimentado por la propia Mistral y también por quienes han tratado de purificar innecesariamente la figura gigante de la Nobel.
Las pistas oficiales del origen de Yin Yin llevan siempre a Juan Jerónimo Godoy, padre de Gabriela Mistral, quien abandonó a su esposa, Petronila Alcayaga, y a sus dos hijas al tercer año de matrimonio. Diez años menor que su esposa y con una vida bohemia y disipada, Juan Jerónimo fue un profesor exonerado por mala conducta. Luego de su separación vivió en Copiapó y en La Unión y visitó a la pequeña Lucila dos veces en Vicuña.
La historia oficial cuenta que el padre de la Mistral también tuvo otro hijo: Carlos Miguel Godoy, quien, al igual que su padre, decidió errar por el mundo como marino mercante. Mientras, su medio hermana comenzaba a ser reconocida internacionalmente.
Fue así como desde la Legión Extranjera en África, Carlos Miguel Godoy se enteró que Gabriela se encontraba en Marsella y viajó para conocerla. Según los especialistas mistralianos, juntos se trasladaron a Barcelona y allí el medio hermano de Lucila se habría enamorado de la profesora Marta Mendonza. De esa furtiva relación -a la cual Mistral se habría opuesto tenazmente- nacería Yin Yin.
Es acá cuando la historia comienza a transformarse en duda razonable. Enferma de tuberculosis, Marta, la supuesta madre biológica, parte a un sanatorio suizo, donde finalmente muere. Carlos Miguel se queda con el bebé de nueve meses, se lo entrega a su pariente que recién conoce y la poetisa-diplomática, sin más acepta cuidarlo, sin adoptarlo legalmente.
“El argumento de ese medio hermano que le va a dejar un hijo a España es insostenible e impresentable. Es de un infantilismo increíble”, sostiene el cineasta Luis Vera, el mismo que dio vida al documental “Viola chilensis”, quien le ha seguido los pasos a la Mistral y a Yin Yin para mostrar “Gabriela de Elqui: el misterio de una cigarra”, que se estrenará en noviembre próximo y que agilizó los trámites de repatriación de los restos de Yin Yin luego de que Doris Dana, la albacea de la poetisa, le confesara el que fue su último deseo en vida.

EL NIÑO HURAÑO
Así, con la historia oficial precariamente construida, la vida de la Mistral y Yin Yin fue tomando fuerza edípica. Y las diversas versiones sobre el verdadero origen del niño comenzaron a circular abundantemente en la conservadora sociedad chilena de la época.
Extrañamente, las primeras sombras fueron lanzadas por la propia Mistral. Según consta en una carta que le escribió al poeta costarricense Joaquín García Monje -desde La Serena el 14 de diciembre de 1925-, Gabriela cuenta que estaba escribiendo una “novelita sobre un niño que me importa terminar dentro del año próximo”.
Para los más entendidos, la rareza sobresale, pues la poetisa nunca escribió novelas.
En otra misiva al mismo remitente, pero esta vez desde Génova, el 12 de abril de 1930, le cuenta que tiene “un departamento muy cómodo, de cuatro piezas y siete camas, aunque somos sólo dos y la criada: yo, un niñito de una amiga y no más”. Yin Yin ya tenía dos orígenes: una novela nunca escrita y como hijo de una amiga. Mientras, a la escritora Matilde Ladrón de Guevara, en Rapallo (Italia), la Mistral le confidencia que había “adoptado un sobrinito español bastardo de un primo”.
Pero no importando la forma que tomaba Juan Miguel Godoy para el mundo, lo cierto es que Yin Yin era parte fundamental en la cosmopolita vida de la poetisa. En el libro de Isolina Barraza “Gabriela Mistral y su sobrino”, Luis Enrique Délano, entonces funcionario del Consulado chileno en Madrid, que atendía a Gabriela, recuerda que en 1935, “Yin Yin asistía a estas lecturas, con sus grandes ojos claros clavados en mí, en una actitud de expectación. Cuando en la narración había algo heroico, una pelea, un peligro, se le iluminaba la cara. ‘¡Bravo, Enrique!’, exclamaba con sus erres afrancesadas. Y cuando terminaba la lectura del capítulo decía: ‘¿Y qué sigue? ¿Qué les va a pasar a los expedicionarios?’”.

EL DOLOR MÁS GRANDE
En una gran casa en Petrópolis estaba instalado el Consulado chileno al que llegó la Mistral junto a un adolescente Yin Yin para cumplir funciones diplomáticas en Brasil en plena Segunda Guerra Mundial.
Allí, otra que pudo conocer la extraña relación fue Magda Arce. Según le reveló a Enrique Lafourcade hace casi 20 años, esta profesora conoció a Yin Yin en Petrópolis en 1942 -un año antes de su suicidio-, mientras hacía un viaje relámpago para visitar a su amiga.
Cuando la fue a buscar, ella no estaba. Pero cuando tocó el timbre, apareció un “muchacho de ojos verde azulados, muy semejante a la Mistral”. Cuando Arce le preguntó por Gabriela, él le contestó: “Mi mamá salió”.
En Brasil, Yin Yin era un extraño. Luego de vivir en Italia, España y Francia, allí estudiaba sin entusiasmo en una escuela agrícola. Según cuenta Isolina Barraza, a Juan Miguel no le atraía el puebIo brasileño, ni su clima ni el idioma. “Yin Yin no embocó nunca con el país ni con lo americano en general”.
Mientras la Gabriela se entretenía cultivando una pequeña huerta en el jardín de la casa en Petrópolis, Yin Yin había cumplido los 18 años y le contaba a su “Buda” -como le decía cariñosamente a Mistral- que se había enamorado de una joven de origen alemán y que quería casarse.
Luego de la negativa de la Mistral, debido a que los alemanes eran los que habían empezado la guerra, Juan Miguel Godoy mutaría su actitud siempre fiel a su madre. Yin Yin se suicidaba con arsénico y dejaba a la Mistral knock-out. “Después de mi duelo (‘Death of Yin Yin’) he debido coger los pedazos de mí misma y rehacer mi mente. Creo que nuestra vida espiritual no anda distante”, contaba en sus tristes y desconsoladas cartas.
Luego de la muerte de Yin Yin aparecería la prosa más dolida y maternal de Lucila. La de la maternidad y la niñez. La que dos años después de la muerte de su niño la llevaría directo al Nobel. LCD
EN EL NOMBRE DEL HIJO
Gabriela Mistral se anticipó a la desventura amorosa en sus poemas, pero también a la muerte. En 1914 publica “Los sonetos de la muerte”, donde escribe, quizá anticipándose, a la desaparición de su hijo: “Te acostaré en la tierra soleada con una/ dulcedumbre de madre para el hijo dormido,/ y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna/ al recibir tu cuerpo de niño dolorido...”. Aquí, tres mistralianos reanudan el debate sobre los orígenes de Yin Yin.

“Para Gabriela Mistral fue muy tremenda la muerte de su sobrino Yin Yin. Cuando él muere, ella se sobrecoge y comienza a escribir oraciones, poesía religiosa, que incluso se las hacía leer a las personas que visitaban su casa, y que posteriormente se publicaron como libro. La Mistral tenía mucho cariño por él, y cuando Yin Yin toma esta trágica decisión de suicidarse, ella se sintió culpable”.
PEDRO PABLO ZEGERS
Autor de la biografía de Gabriela Mistral “La tierra tiene la actitud de una mujer” (Editorial RIL).

“Con respecto a Yin Yin, para la Mistral fue un regalo del cielo recibir por encargo de su hermano natural, que era un marinero de cabotaje, que se lo entregó en Madrid en 1926 -el niño era catalán-, porque él no podía hacerse cargo de este niño. Ella tenía muy fuerte el instinto materno, y se hizo cargo de él educándolo en los mejores colegios europeos. Lo que se dice de si fue hijo de ella es un cuento creado por diferentes grupos literarios de Estados Unidos, que buscaban un icono. Yin Yin vino a llenar un vacío fuerte en su vida, que ella correspondió con todo el amor de madre auténtica. Yin Yin fue su hijo adoptivo definitivo”.
GASTÓN VON DEM BUSSCHE
Director de la Fundación Gabriela Mistral

“Ella había apostado una última carta en la existencia, que era Yin Yin. Esto por la última referencia que hizo Doris Dana, su última secretaria, quien dijo que era su hijo. Hay que entender que ser madre soltera, profesora y diplomática era muy mal visto en una sociedad como la chilena. La muerte de Yin Yin fue un sufrimiento grande, desde entonces estuvo siempre rodeada por la muerte, la culminación de un período de abatimiento espiritual, que se traduce en una poesía, donde ella sale de sí misma para cantar a Chile, en ese ‘Poema a Chile’, que es una obra espléndida”.
ALFONSO CALDERÓN
Autor de “Croquis mexicanos” (selección y prólogo). Artículos de Gabriela Mistral (Editorial Nascimento) y de “Prosa de Gabriela Mistral” (selección).



La historia del locutor radial acusado de violar a 20 niños en Curicó
El mágico mundo de Jayson
Extraterrestres, Jedis, mágicos portales, seres que matan si no te dejas “cargar”. Toda una estrategia de engaños con un único fin: abusar de la ingenuidad de los menores atraídos por la voz “dulce” de Luis Alarcón. Esta es la saga -digna de un guión cinematográfico- que destruyó la vida de una veintena de familias de la Séptima Región.
Nacion Domingo
Por Franco Fasola
Domingo 1 de febrero de 2004
“El Jayson me decía que había que pasar 15 pruebas. La primera vez dijo que tenía que pasarlas todas y, sino lo hacía, los ‘grises’ iban a matar a mis papás. Me acuerdo que ese día se prendían y apagaban las luces. Me llevó a la pieza grande. Había un ropero, una cómoda, un espejo grande y un televisor. Me dijo que me sacara la ropa. Él estaba parado. Me miraba, pero no me tocó. Luego de dos semanas fui nuevamente a la casa. Me llevó a su pieza y me dijo que me desvistiera y me amenazó. Si no lo hacía, iban a venir los ‘grises’ y me podían matar. Me dijo que tenía que recargarme para tener poder. Me dijo que me acostara en la cama, de lado. Me metió el pene y, después de eso, que me limpiara con confort y me fuera a lavar.”

Este es el relato de un niño de 12 años de edad que vive en Curicó.

Como él, otros 19 menores -de entre 11 y 16 años- habrían sido abusados y violados reiteradamente por un “bondadoso” locutor radial de esa ciudad. El testimonio fue ratificado este viernes como una de las pruebas que se presentarán en el juicio oral para el caso Jayson Mix, que comienza a inicios de marzo.

Para los habitantes de las poblaciones del sector surponiente de Curicó, el nombre Luis Alarcón Hidalgo no les dice nada. Pero cuando hablamos de Jayson Mix, la historia cambia. Sobre todo después de que se descubriese -hace diez meses- que Alarcón, conductor de El Matinal de Jayson Mix en la Radio Somos, había violado y abusado al menos 20 menores de la zona, a todos los cuales les contaba una serie de misteriosas historias (con efectos especiales incluidos) en que los famosos Jedis -caballeros protectores de la paz en la Guerra de las Galaxias-, se mezclan con malvados hombres grises, extraterrestres, los súper, unicornios, portales espaciales y 15 pruebas de confianza que finalizaban con la violación anal y bucal de los niños. O mejor dicho, la “carga de la fuerza galáctica”, según el código de Jayson Mix.

El caso explotó cuando la comisión civil de Carabineros, a solicitud de la Fiscal del Ministerio Público, Gabriela Cruces, detuvo a Luis Alarcón Hidalgo luego de que la madre de un menor de 12 años denunciase al locutor de 24 años en marzo pasado.

Antes de convertirse en un violador serial, Jayson era un cuasi-ídolo juvenil que contaba con la ciega confianza de niños y padres de varias poblaciones del sector sur-poniente de Curicó. El matinal de Jayson Mix programa trasmitido desde las 8 de la mañana hasta la una de la tarde por la radio comunitaria Somos, hizo furor con sus concursos en los que regalaba CD´s a su más querido público: los niños.

LA HISTORIA SE REPITE

Alarcón era escuchado por unas 25 mil personas en el sector de Aguas Negras, y según Mauricio Decap, abogado de 10 de las víctimas, su caso “es la típica historia del abusador sexual que reproduce vengativamente lo que sufrió cuando niño”.

Jayson quedó huérfano de madre y luego su padre lo abandonó junto a sus cuatro hermanos. A partir de ahí, estuvo internado en un hogar de la Fundación Niño y Patria, donde aparentemente sufrió abusos de otros niños internos, de acuerdo a las informaciones entregadas por el defensor público de Alarcón, el abogado Sergio Aguilera.

Alarcón cursó todos sus estudios básicos y al parecer sólo un año de enseñanza media. Se trasladó a Santiago donde estudió pastelería y gastronomía, en un instituto de capacitación por un par de años. Se sospecha que su aprendizaje en la manipulación de alimentos le “ayudó” a crear trucos con los que impresionaba y asustaba a los niños. Como pastelero trabajó en el Súpermercado Jumbo y, simultáneamente, comenzó a colocar música en fiestas y eventos.

En la investigación que se lleva en contra de Alarcón, se han encontrado evidencias en torno a su posible participación en violaciones a menores mientras vivió en la capital. “Esos hechos ocurrieron con anterioridad a la reforma procesal penal. Algo de eso van a poder aportar los carabineros encargados de la investigación y la fiscal va intentar que los policías aporten esos datos, porque son un antecedente remoto que demuestra su estructura mental”, señaló a LND el abogado querellante Mauricio Decap .

Cuando se retira del Jumbo, Jayson recibió una indemnización con la que invirtió en equipos de sonido e iluminación. Su sueño dorado de convertirse en DJ estaba cada vez más cerca.

De vuelta en Curicó, Alarcón ayudó a uno de sus hermanos en un negocio de papas fritas, donde era el cajero. Corría el año 2001. De está época, se sabe que mantuvo una relación con una mujer con la cual vivió y a cuyo hijo también habría violado, según consta en la investigación.

LOS ‘GRISES’ TE VAN A MATAR

Luego de colaborar en el negocio de su hermano, Jayson comienza a trabajar en la radio Somos. Bien vestido, de mediana estatura, con el pelo castaño y ojos claros, Alarcón causaba una grata impresión entre los habitantes de Curicó.

A su labor en la radio comunitaria -trabajo por el cual no recibía sueldo-, Jayson agregó su exitosa faceta como disckjockey en fiestas y colegios como el San Ramón, San Antonio, Balmaceda, San José y el Liceo de Hombres de Curicó.

Tanto en la radio como en los colegios en los que animaba “carretes”, Jayson aprovechaba su llegada con los niños para invitarlos a su casa a jugar play station o a intercambiar música. “Él tiene un don de hacer confiar a la gente, y era muy servicial con los padres de los menores”, confidencia la fiscal Gabriela Cruces, una de las personas que ha pasado más tiempo con Alarcón desde que éste se encuentra en prisión preventiva, hace 10 meses.

“Me habló de los ‘súper’ y de los ‘grises’, que eran los malos. Me habló de los ‘marcianos’, que eran los buenos y, que el que me protegía se llamaba ‘Jedi’. Me contaba del planeta desde el que nosotros veníamos y de que allí estaban nuestros verdaderos papás. Un día me dijo que fuera a entregarle plata para el ‘Jedi’. Mínimo debían ser cinco mil pesos. Los junté y se los llevé. En su casa, la primera vez me dijo que me sacara la ropa, era la pieza de abajo. Me miró. Estaba con él y me dijo que esa era una prueba, que después tenía que hacer más para ser un ‘súper’ registrado. Yo creía que tenía poderes. Él me masturbó e hizo que le tocara su pene por encima de la ropa. Después dijo si quería pasar una a una las pruebas o si me quería saltar al tiro a la 15. Le dije que quería la quince, porque deseaba ser un súper registrado luego”, señala el relato de otro menor supuestamente abusado por esta “emergente” figura comunicacional curicana.

“Me llevó a su habitación. En ese lugar me dijo que los ‘grises’ eran malos y que tenía que hacer todo lo que dijera porque si no podían matarme a mí o a mi familia. Luego me hizo sacar la ropa y empezó a tocarme. Decía que tenía que verme unas zonas (genitales y ano). Me tiro a la cama, se bajó los pantalones y me penetró”, relata otro niño.

Y la historia se repite y repite. Las investigaciones han determinado que muchos de los menores eran amigos y que las asquerosas “performances” de Jayson se concentraban en las épocas de vacaciones.

Según el abogado de la mitad de las víctimas, Mauricio Decap, “el montó un aparato de engaño simulando ser un personaje bondadoso y atento con los papás y en los colegios. Creó un programa de radio dirigido a los niños, con concursos y regalos. Y luego, cuando logró atraerlos con su bondad, empezó una segunda etapa donde les empieza a hablar de los buenos y los malos: que él es un ser que viene de otro planeta, que hay varios como él y que los quiere defender de los ‘grises’. Para eso, los invita a ser Súper: niños que están más allá de la mayoría y protegidos de los malos. Eso pasa por desarrollar una serie de 15 pruebas, la última de las cuales consiste en la penetración”.

EL JUICIO

Fuentes cercanas a Luis Alarcón revelaron a LND que justo antes de que el locutor fuese detenido, se comenzaría a emitir en TVR (Televisión Regional de Curicó, canal 11) un programa donde Jayson sería la estrella. “Cuando terminó de cumplir los ocho meses de trabajo en la radio, el Jayson tiró un curriculum a TVR y quedó en el casting. Se retiró de la radio y se convirtió en reportero del canal e iba a tener su propio programa, que salía al aire al día siguiente que se supo todo lo que hizo. Después de eso, se abortó el espacio y el canal ocultó esa información”, confidencia un ex compañero de trabajo del locutor.

Hoy, Luis Alarcón está acusado como autor e inductor de violaciones y abusos sexuales a 20 menores. De ser encontrado culpable, arriesga una pena de 20 años de cárcel.

La conmoción que ha provocado el caso de Jayson Mix en Curicó ha precipitado que éste haya sido trasladado de cárcel en dos oportunidades, debido a intentos de linchamiento por parte de otros reclusos.

Los informes siquiátricos y sicológicos que le han sido practicados al locutor descartaron la presencia de alguna patología mental, lo que lo hace imputable y lo obliga a enfrentar el juicio oral, durante el mes de marzo. Las pericias concluyen que “no presenta un cuadro clínico que menoscabe sus funciones psíquicas superiores compatibles con una enfermedad orgánica cerebral. Los elementos que se encuentran no implican una enfermedad mental en el sentido clásico. Alarcón presenta una estructura limítrofe de la personalidad, donde predominan los rasgos infantiles con un mal manejo de la agresión y el ocultamiento”.

Los escabrosos crímenes que habría cometido el locutor en Curicó se han transformado en un caso emblemático para el Ministerio Público, pues este es el caso con mayor cantidad de víctimas de violaciones detectado en la nueva reforma procesal penal, vigente desde el 14 de diciembre de 2001, en la Séptima Región.

María Elena Santibáñez, directora de la unidad de delitos sexuales del Ministerio Público, revela una escalofriante cifra. Según las estadísticas que manejan, hasta hoy, en Chile existen 134 juicios orales por este tipo de delitos. El número impacta, pero lo importante ahora es dilucidar cómo funcionará la reforma penal frente a fechorías similares.

En este sentido, es esperanzador el hecho de que probablemente los menores testificarán por circuito cerrado, muy lejos de su peor pesadilla y no tendrán que volver a enfrentar a quien fuera el peor amigo de los niños curicanos: Jayson Mix.

Matt Groening, padre de Los Simpsons vuelve con la 16ª temporada de la serie
Pinta monos
Las vidas de unos seres humanos amarillos catapultaron a Groening de lavaplatos a icono cultural. Quien no ha visto en TV a Homero, al señor Burns o a Bart, forma parte de otra historia y corre serios riesgos de ser catalogado de viejo. La serie de dibujos animados con más permanencia en la historia de la televisión estrena nuevos capítulos a fin de mes y prepara una película para el 2008.
Franco Fasola

Un niño amarillo de ocho años no para de maquinar conflictos. Una niña estudiosa, antítesis de su hermano y con profundas crisis existenciales, quiere tocar el saxofón. Una esposa con un metro de pelo azul hacia el cielo no pierde la paciencia, aunque su familia sea una locura. Un padre que trabaja en una central nuclear y que es ejemplarmente borracho, flojo e inculto. Todos viven en el imaginario Springfield, el pueblo que en la realidad es el más repetido en el mapa de Estados Unidos.
Aunque usted no lo crea, el dibujante Matt Groening inventó la historia de la familia Simpsons en quince minutos. Sentado en un sofá y en la sala de espera de Fox tuvo el chispazo. La secretaria le anunció que lo recibirían los ejecutivos y que adentro esperaban algo “nuevo y original”. Contra el reloj, el dibujante, que era medianamente conocido por su tira cómica “La vida en el infierno”, se aseguró. Necesitaba una familia común y corriente: papá, mamá y tres pequeños hijos. Los nombres serían los mismos que los de su propia familia. Homero y Marge, como sus padres. Lisa y Maggie, como sus hermanas. Bart, un nombre que jamás había oído, sería el hermano rebelde que tenía su propia personalidad mezclada con la de sus hermanos.
Algunos años antes, Matt Groening había cambiado su natal Oregon para trasladarse a Los Angeles y convertirse en el escritor que siempre quiso ser. Pero la ciudad le mataba la ilusión. La contaminación y la cultura basura de rápido consumo lo dejó dibujando la tira de humor negro “La vida en el infierno”, que vendía en una tienda de discos en la que trabajó, tal y como ya lo había hecho lavando platos en un asilo de ancianos y como jardinero.
Ya dentro de la sala de reuniones y frente a los ejecutivos de la productora todo fueron risas. Era 1985 y Matt tenía 31 años. Nunca imaginó que dos años después la idea iba a debutar como un sketch de menos de dos minutos en “El Show de Tracey Ullman”. Menos aún que, debido a tanto éxito, lograría un programa propio en diciembre de 1989. Y ni hablar de los admiradores y fanáticos que luego de 16 temporadas tiene en todo el mundo.

CULTURA PARA LAS MASAS
“En ‘Los Simpsons’ y en ‘Futurama’ se parte de la base de que el público disfruta por igual la sátira, la parodia y la comedia tonta, como si fueran seres humanos”, ha señalado Groening cuya cabeza funciona como una gran juguera.
Básicamente “Los Simpsons” -que significa “hijo de un simplón”- cambió lo que se entendía por dibujos animados para adultos. Considerados la tropa de asalto de la transgresión cultural iniciada en la década del ’90, allí están instalados todos los estereotipos y los lugares comunes del “American way of life”, todos acuchillados y enlodados con la sátira fina de Groening, quien ha explicado que eligió Springfield porque era la ciudad más cercana a su casa en Portland, Oregon. Así, el lugar que alberga la central nuclear, el canódromo, el estadio de fútbol, el juzgado, el ayuntamiento, el centro comercial, el bar de Moe y que fue fundado por el sanguinario pirata Jebediah Springfield, puede ser “cualquier ciudad en Estados Unidos”.
Desde el primer capítulo, donde el rico, malévolo y ridículo Charles Montgomery Burns -el hombre rico de Springfield y dueño de la planta nuclear- decide no entregar el sueldo extra a sus trabajadores en época navideña, pasando por las apariciones de Sting, Paul McCartney, Bill Clinton, Larry King, Lenny Kravitz, Smashing Pumpinks hasta el desfile de Elizabeth Taylor con disfraz amarillo, han pasado más de 350 capítulos vistos por diez millones de viejos/niños solamente en Estados Unidos.
Si alguien quisiera verlos todos, se demoraría más de una semana. Y junto a Groening, que piensa que no es un gran dibujante, trabajan más de 20 guionistas que le simplifican la vida. “Trabajo con escritores que son más graciosos que yo, con animadores que dibujan mejor que yo y con ejecutivos que se visten mejor que yo. Me siento muy bien”.
Y era que no. Sí, aquel chico que amaba a Flash Gordon y que luego limpió platos y fue jardinero ahora tiene un programa traducido al suawhili y a otros 70 idiomas logró que el idiota de Homero sirviera para entender a Nietzsche en universidades de América y Europa, y en 1998 la revista “Time” colocó al pequeño Bart como uno de los 100 protagonistas del arte y la cultura del siglo XX, junto a nombres como James Joyce, The Beatles o Picasso.
Ciudadanos de Springfield
Uno de los plus que ha mantenido la serie más de 16 años al aire es la enloquecida gama de personajes que giran en torno a la vida de la familia de Homero en Springfield. Aquí, algunos de los más queridos.
Mr. Burns
El señor Scrooge de la serie. Es el ícono del capitalismo salvaje, el más rico de la ciudad. De extraño pasado, trata a sus empleados como esclavos y es el dueño de la central nuclear donde trabaja Homero.
Ned Flanders
El representante católico y educado del programa. Vecino de los Simpsons, viudo, amante de sus hijos, y lector de la Biblia, es la antítesis de Homero.
El jefe Gorgory
Es el jefe del departamento de policía de Springfield, el brazo gordo de la ley. Rafa Gorgory, su hijo, es un niño que juega con sus pequeños amigos invisibles.
Krusty
Este payaso-empresario es el ídolo de los niños de la ciudad. De vida disipada, tiene un show de televisión, una cadena de hamburguesas y vende todo lo que puede en la TV.

Cómo se hizo millonario el primer Jedi
George muchas lucas
Las distribuidoras le cerraban las puertas en la cara. Sus amigos cineastas se reían de sus galaxias lejanas. Calificado como “pantomima high-tech”, el imperio de George creció y sólo con las chucherías asociadas a Star Wars se convirtió en millonario antes de cumplir 30. Acá la historia del cineasta-empresario más idolatrado y odiado de Hollywood.
Franco Fasola
Nacion Domingo

“Todos sabemos el desastre que hicimos con el mundo, lo mal que estuvimos en Vietnam, lo idiotas somos y qué corrupto está todo. Lo que necesitamos aquí es algo más positivo”. Con esa filosofía George Lucas estrenó el 25 de mayo de 1977 Una Nueva Esperanza, la primera parte de la Guerra de las Galaxias.
Con muchas dudas y luchando contra el tiempo, aparecían los créditos que se perdían en el cyber-espacio. La película de mística-infanto-épica reventó la taquilla. El mito estaba lanzado en las pantallas con subtextos simples y directos a la quijada: rebeldes versus imperio. Malos contra buenos. Todo, en una galaxia muy, muy lejana.
Algunos años antes, en 1967, George Walton Lucas Jr -nacido el 14 de mayo de 1944 en Modesto, California- comenzaba su carrera cinematográfica con THX 1138, filme que iniciaba su acercamiento a la ciencia ficción, género que siempre amó, y que terminó con un estrepitoso fracaso. El director de El Padrino, Francis Ford Coppola, quien lo ayudó en la producción, no entendía el sentido de la historia de su amigo.
Cuando la película fue presentada a los más altos ejecutivos de Warner, Coppola -quien junto a Michael Cimino, Martin Scorsese, Steven Spielberg y el mismo Lucas, conformaron el grupo Movie brats que revolucionó Hollywood en los 70- decía del primer experimento de George: “Esto va a ser una obra maestra o una gran masturbación”.
LOS ALBORES DEL IMPERIO
Luego del desaguisado de su primera incursión como director, Lucas se dio cuenta que compartía con Francis una visión independentista respecto a Hollywood y su maquinaria. Fue así como en 1969, los chicos dorados del Movie brats, marcharon a Northern California y fundaron la productora American Zoetrope. Pero uno quería arte y el otro millones. Fue así como en 1971 Coppola apostaba por la mafiosa historia de Vito Corleone y George, ni corto ni perezoso, colocaba la primera piedra de su imperio: Lucasfilm Ltd.
Su primera jugada fue en 1973, cuando coescribió y dirigió American Graffiti, un juvenil éxito de taquilla que estrujaba todos los clichés de la contracultura de ‘ 60 . Lucas tenía 29 años y la película gano el Globo de Oro, cinco nominaciones al Oscar y cuatro millones de dólares netos en ganancias personales.
Clic. Eso fue lo que hizo la cabeza de George luego de American Graffiti. Su mente volvió al momento en que su padre, un empresario muy conservador, le dijo que Hollywood era “la cuidad del pecado” y que el cine era una estupidez. Luego le dijo que, después de todo, iba a volver con las manos vacías. “Nunca volveré. Seré millonario antes de cumplir 30”, respondió él a su progenitor.
La historia recién partía. A la vuelta de la esquina estaba su edulcorada y mejor guardada sorpresa. El mix incluía Tolkien, filosofía oriental, mega tecnología, western y Flash Gordon revisitado. Luego de ayudar a su amigo Coppola en la génesis de Apocalysis Now -Francis compró finalmente los derechos de esa película- Lucas tenía dos opciones: vender el concepto Guerra de las galaxias al gigante Fox o buscar un empleo.
Seguro estaba de su éxito. Yoda, Luke y Darth Vader ya estaban instalados en su mente. Renegoció su contrato con la distribuidora de American Graffiti. No pidió aumento de sueldo, solo quería quedarse con los ingresos de la banda sonora, los derechos de las secuelas y el merchandising que rodeara a la película.
En Fox pensaron que a Lucas se le había rodado un tornillo. Pero no. Por esos días George decía que estaba realizando la película más convencional que podía hacer. “Esto es al estilo Disney. Todas las películas de Disney recaudan 16 millones de dólares, así que ésta va a recaudar 16 millones. Costará diez, así que voy a perder dinero en el estreno, pero espero ganar más con los juguetes”.
EL MITO GALÁCTICO
Londres. Grabaciones de Una nueva esperanza. El orgulloso George gritaba y mandaba a las casi 100 personas que trabajaban en la producción de su parafernálica apuesta. Se necesitaba tecnología que no existía, cámaras que no existían. Sus subordinados ingleses tomaban el té religiosamente dos veces al día. El escuálido presupuesto temblaba y Harrison Ford, su mercenario capitán Solo le decía: “George, tú puedes escribir esta mierda, pero seguro que no la puedes decir”.
Todo iba mal. Sus amigos del Movie brats se rieron y destrozaron la primera versión sin efectos especiales. Su esposa lloraba. Pensaba que tendría que volver a mantener a George, tal como en la época de THX 1138. A esas alturas, el único que seguía confiando en el éxito de la fórmula Lucas era Steven Spielberg, con quien trabajaría luego en otra saga: Indiana Jones. “George es genial. Va a recaudar 100 millones de dólares”, apostaba el director de Rescatando al soldado Ryan.
Desde esa época, la aventura que pintaba para desastre ha generado ­- sin contar La venganza de los sith- más de 3 mil 400 millones de dólares en taquilla mundial, 9 mil millones de dólares en ventas de productos y 130 millones de dólares en la venta de dvds.
El resto es historia. Este jueves se estrenó mundialmente la sexta entrega de la saga que hizo rico, idolatrado y odiado a Lucas. Desde el Yoda que se parecía más a la rana René en la primera trilogía, pasó a tener más de 2300 escenas con sofisticados efectos especiales en el Episodio III. Según la revista Forbes, la fortuna personal de George se calcula en unos 3 mil millones de dólares. Hace las películas que quiere y emplea a Fox para la distribución. Ahora ya no necesita convencer a su padre de que el cine es una estupidez. LCD

Osvaldo González (35), líder del Fan Club Star Wars Chile
La fuerza está conmigo
Es técnico electrónico y la gente lo considera loco. Lidera el club de fanáticos más grande de Sudamérica, ha visto la saga más de 500 veces y ama a Leia. En su pieza cohabita con Yoda y Han Solo en carbonita. Espera como nadie La Venganza del Sith, el último capítulo de la historia intergaláctica. Este es El Wampa, de Independencia a la Estrella de la muerte. ¡En primera persona!
Franco Fasola
Nacion Domingo

El episodio IV lo vi en 1978. Tenía ocho años y mi papá me llevó a un cine del centro. Vi una película que me hizo decir ¡guaaaau! Cuando empezó la película, me acuerdo de las letras raras y el ruido fuerte que había. De repente las letras se iban perdiendo. Después uno está en el espació y aparece un rumor ensordecedor: ¡PBUJBBBBB! una nave rápido arrancando y otra que no terminaba nunca. Después vi el asalto a la nave de la princesa Leia y quedé impactado.
Cerca del final de ese año, hubo una fiesta de disfraces y yo me caractericé de un stormtropper. Pero como no había plata, me hice uno con cartulina. Algunos pensaban que era la momia, pero yo sabía lo que era. Fue mi primer traje.
Cuando estrenaron El Imperio Contraataca, ya estaba pelando cable. Me habían traído figuras de Estados Unidos. Tenerlas en ese tiempo era ¡guauuuu!
Para los cumpleaños anhelaba que me regalaran algo de la película. Perdí muchos monos en el barro, jugando en la calle.
Ver a Leia de niño fue el primer atisbo: ¡Guaaau! Fue como mi amor platónico. Verla enojona y mandungona sin belleza voluptuosa, me hizo pensar que era sencilla, como la mujer chilena. Carrie Fisher cumplía todos esos estereotipos. Después estaba más grandecito y verla en El regreso del Jedi con un bikini muy sensual, me revolucionó. Vi todas las películas del maestro George Lucas más de 500 veces. Antes me sabía todos los parlamentos. Fue un período oscuro de mi persona.
EL CAMINO JEDI
La filosofía del Jedi la fui entendiendo cuando estaba más grande. Cómo una persona común y silvestre como Luke Skywalker podía llegar a ser un iluminado, a través de una meta que cumplir. Ser de la Alianza rebelde: era enigmático. Estábamos en los ochenta y había toda una asociación con los milicos, que era el imperio mismo. Los pacos eran los greentroppers, Pinocho era el emperador, y en el colegio yo quería ser R2D2.
Cuando tenía 20 años estaba obsesivo y no había nada de Star Wars en Chile. De repente, vino un boom. Apareció Internet y se podían conseguir más cosas. Empezamos con maquetas y props -réplicas- e hicimos un R2D2.
Otros fanáticos me pusieron Wampa porque tengo mal genio, igual que el depredador del sistema helado de Hoth que ataca a Luke en El Imperio Contraataca. El Wampa vive en una cueva, inverna y sólo sale a comer. Ahora soy el director nacional de Star Wars Chile. Somos 2.120 personas inscritas.
Espero que La Venganza del Sith cierre el ciclo y se esclarezcan las partes inconclusas.
Muchos fans en el mundo me dicen que La Venganza del Sith iguala o supera a El Imperio Contraataca, y esa es la mejor de la trilogía. Yo ya tengo el guión del episodio tercero. Todo está allí. Van a quedar locos.


Armando Uribe, el caballero de las diatribas, prepara tres nuevos títulos
Condenado Drácula
Fama de enojón y vehemente tiene el poeta. La rabia, Dios y Chile han sido temáticas recurrentes de su obra. Su nombre suena para el Premio Nacional de Literatura, pero mejor ni hablarle del tema: “un gallinero”, dice cortés sin ahorrarse lo valiente. Pase y conozca al opinólogo más duro de las letras nacionales.
Franco Fasola

“Sólo la tontería ofrece la impresión de infinito que uno busca en el arte inútilmente, en la vida, en la religión. La tontería prueba que lo infinito existe. La tontería prueba la existencia de Dios.
A esto dedico mis horas libres, que terminan siendo todas mis horas, a probar la existencia de Dios a partir de mi propia estupidez”
Armando Uribe, El Criollo en su Destierro.
Armando Uribe Arce está hundido en un sillón. En la sala de recepción de su departamento del Parque Forestal se escucha una radio, la cual golpea cada vez que comienza a sonar mal. Es Bach. Marcial, pero no tanto. Al músico lo secunda la voz ronca y profunda del poeta.

Y es que cada vez que se necesitan opiniones duras sobre algún tema peliagudo, don Armando desenfunda toda su rabia y se lanza, al más puro estilo del caballero de la triste figura, contra el molino de turno. Quizá muchos de los que van constantemente a hacerle preguntas sobre esto y lo otro ni siquiera han leído su obra, pues Uribe es más conocido por su “rabia razonable” que por cualquier otra cosa.

De hecho, sus últimas diatribas se dirigieron contra el candidato Joaquín Lavín y los dirigentes de la UDI que lo secundan, a quienes calificó como seres “mofletudos” que le recordaban las formas y gestos de los primeros miembros del partido fascista italiano. Para rematar, de Joaco dijo que le parecía que tenía cara de poste caminero, explicando que en España a estos indicadores les dicen mojones.

“Lavín es banal. Y Soledad Alvear es intelectualmente mediocre. No tengo candidato. Ninguna de las personas de las que se habla tiene la altura de los antiguos presidentes, que incluso tienen estatuas”, dice mientras su tono de voz comienza a subir lentamente.

De Pinochet, ni hablar. Una parte importante de su obra y avatares están ligados a fuego con el golpe militar. Hasta septiembre de 1973, y dada su vasta experiencia diplomática, Uribe estuvo encomendado por Salvador Allende en la complicada tarea de iniciar la primera misión diplomática en China. Luego de la llegada de los militares, Uribe terminaba su labor como representante del Estado chileno e iniciaba el período que más marcaría su obra: el de desterrado con pasaporte marcado con una enigmática letra “L”.

De allí en más, Uribe ha tenido a Pinochet entre ceja y ceja. Desde el ’73 que guarda recortes con fotos y noticias en todas las lenguas con los recuerdos que el ex general iba dejando por el mundo.

“La dictadura no fue un error/ tiene apellidos, /como colas de rata o lagartija, /y su elenco de honor para asesinos/ los regocija todavía y dura indefinidamente;/ no fue un malentendido/ sino la voluntad de pasar una lija de hierro por encima de los niños”, escribió él mismo en Las críticas de Chile (Be-uve-drais, Santiago, 1999).

CONTRA TODOS

Ya hace unos años, en una conferencia sobre psicoanálisis en la Universidad de La Soborna, Armando Uribe habló un poco más de esa sensación que le dejó el dictador. “No conozco ningún chileno que no haya tenido sueños y pesadillas en que aparece su figura; o que no haya tenido la fantasía de sentirlo sentado sobre su cabeza, con los testículos colgando”.

No es la única obsesión que lo acompaña: Patricio Aylwin, Agustín Edwards, la globalización, el capitalismo, el ‘lumpen’ empresarial, la violencia intrínseca del chileno, son todos temas a la medida de su escritura golpeada y golpeadora, como moscardones que cayeran de su cabeza.

“Las características del chileno medio vienen de la época del mestizaje en el siglo XVI. Fidel Castro, que siempre recibía gente de todas partes del mundo, decía que los chilenos eran los más extravagantes. El pueblo chileno es violento. Hay algo de eso en los españoles, que se colocaban las leyes sobre la cabeza y decían: ‘Se acata pero no se cumple’. La violencia que se pretende legitimar es un rasgo presente en el inconsciente. Los que creen que este país es lo mejor, son unos desprevenidos”, plantea enfático.

Ese mismo énfasis se extrapola al largo listado de cosas que pueden llegar a indignar a este caballero de 70 años, considerado una de las voces poéticas más inevitables y menos comprendidas del Chile de la segunda mitad de siglo veinte. Si sus juicios son extremos, Uribe los explica como una disfunción natural, al haber vivido 17 años más de los que su carnet anuncia: “Los años de exilio me hicieron ver otras cosas”, asegura. Precisamente esas otras cosas son las que le producen una rabia insigne.

Por ejemplo, Uribe dice que en Chile existe una teratocracia. Esto equivale a un régimen político de los monstruos. Mientras ofrece café, comienza un largo discurso, lleno de citas al respecto: imperio norteamericano, la disgregación de la Unión Soviética, la vulgaridad, los seudovalores dominantes, tópicos que viene y van.

CABALLERO DE CHILE

“Él tiene una molestia perpetua hacia Chile. Hay una imagen utópica, de un país ideal que Uribe anhela y que sitúa en el pasado”, plantea su colega, el escritor José Miguel Varas, quien conoció a Uribe en los años de exilio. “Lo había visto antes en los años 50 cuando se hacían unos recitales de poesía en la Universidad de Chile, donde su aspecto causaba mucha impresión. Alguien dijo que Uribe se vestía de viejito: se peinaba al lado, de una manera que no era frecuente entre los jóvenes de ese tiempo, y usaba unos abrigos bastante largos. Producía el efecto de una persona diferente, extraña y antigua”.

Desde entonces que Uribe pasea ante los suyos una estampa que tiene algo de Drácula, como si el pasado no quisiera irse de su lado.

Mientras se explaya sobre las razones que apoyan su idea de la teratocracia, su narcisismo aflora apenas distingue la llegada del fotógrafo en el corredor. Entonces, el mismo aplaudido autor de Rabio como rabio, odio lo que odio (Universitaria, 1998) enciende un cigarro, y luego la pipa. Posa. Se mueve de un lado al otro. Se arregla el pañuelo. Lanza una bocanada de humo. Abre bien los ojos. Dirige la mirada a un punto intangible. El horizonte. Parece un conde. Parece un condenado Drácula.

Católico intrigado por el tema de la trascendencia, abogado experto en Derecho Minero y también diplomático, desde muy niño Armando Uribe iba a misas. De esa época viene su gusto por las citas y el latín, afición que desde sus primeras poesías instauró en sus escritos. De hecho, recuerda que una de las primeras citas que logró traducir fue un epigrama de Cátulo: “Amo y Odio. Dirás: cómo es posible. No sé. Yo te amo y te odio”. Sin mucho escudriñar, cualquiera se da cuenta que la frase caló hondo en la conciencia del poeta.

Nacido en Cumming esquina de Santo Domingo, su familia -que según cuenta se regía por los principios del “medioevo cristiano”- le inculcó desde temprano el amor por las letras. Sus primeros versos, escritos a los 16 años, aparecieron en una inubicable Antología del joven laurel, editada presumiblemente por el colegio Saint George donde cursó estudios, siendo su primer maestro el fallecido Roque Esteban Scarpa, quien también guió a varios de los nombres más ilustres de su generación, entre ellos a su amigo José Miguel Ibáñez Langlois, Antonio Avaria, Carlos Ruiz-Tagle y José Donoso.

Poeta quería ser. Ni hablar de ser un hombre de empresa. Desde pequeño, oyó a su abuelo y a sus padres referirse a la “cochina plata” y a los negocios como cosas feas. “No es cosa de caballeros”, le decían. Y para don Armando la preocupación por ser un caballero se convirtió en un leit motiv de sí mismo: “Yo no provengo de agriculturas / ni de coronas de margaritas,/ soy nacido en sábana blanca / y destetado en pieza oscura”, escribió a modo de presentación en Los Obstáculos (1960).

Es evidente que esos rasgos han permanecido. Los de caballero serio, vestido siempre de negro o con grises oscuros. “Algo nos está diciendo Armando Uribe con esto, que también nos lo dice a través de su poesía, que es en buena medida una gran reflexión sobre la vida y la muerte, a través de expresiones diversas, con humor negro y muchas variantes”, acota Varas.

Sigue la sesión fotográfica. Desde su sillón, Uribe mira la cámara con oficio de modelo. Incluso, se da el trabajo de dirigir. “No me gustan las fotos donde salgo hablando. Estoy algo desdentado y a mi esposa no le gustaba que me sacaran fotos así”, comenta mientras observa un altar que tiene sobre una mesita con la imagen de su esposa Cecilia, fallecida hace tres años.

El amor que el poeta guarda por Cecilia Echeverría Eguiguren no conoce límites, y de ello da cuenta Memorias para Cecilía (Sudamericana, 2002), que muchos podrían haber asociado a alguna rabieta contra la esposa de Menem. Pero no. Está es su Cecilia, aquella que de la cual se enamoró perdidamente a los 14 años de edad, luego de ver una foto suya en la revista Zig-Zag.

La fallecida historiadora del arte fue de las primeras obsesiones terminales de Uribe, quien la buscó durante siete años, la encontró en una exposición y al final se casó con ella. A la pregunta de si alguna vez ha utilizado o “bebido” de la sangre de sus muertos -su hijo y esposa- como medios de inspiración literaria, la furia inunda al poeta Uribe. Cambia de tono, abre todo lo que puede sus ojos y dice que no habla ni se refiere a ese tipo de temas, “por de-co-ro, palabra que al parecer está pasada de moda”.

Y se acaba el tema, porque el único posible y que siempre ha sido suyo, es el tema de la poesía. Ese sí le gusta. Y de ella dice poder escribirla parado, sobre una caja de fósforos o bajo los collages surrealistas que le dejó su mujer. Piensa que desde Carlos Pezoa Véliz existe en Chile una tradición poética histórica que ni la dictadura logró romper. Sobre las celebraciones del centenario del nacimiento de Pablo Neruda, afirma que desteta las efemérides porque le recuerdan a los militares. “Él fue el mayor poeta nacional de su época. Su obra fue tan grande, épica, que hay que respetarlo. Neruda era egocéntrico, pero también un tremendo personaje y el Canto General se puede comparar con La Araucana”.

En cuanto al perfil de sus lectores, no tiene idea ni le interesa. “Yo escribo primero para mí. Si uno escribe para un público, como lo hacen ciertas personas, su trabajo puede perder calidad”. Ignorante de las peleas entre poetas y desinteresado de los premios, el nombre de Armando Uribe suena como uno de los candidatos más seguros para obtener este año el Nacional de Literatura, junto a los de Efraín Barquero, Delia Domínguez y Oscar Hahn. Lo que sea, su opinión al respecto es tajante: considera que el premio es “un clavo” y el entorno de la elección “un gallinero”.

“Yo no me meto en ese asunto ¡Desde luego no me postulo por ningún motivo! ¿Cómo uno va a tener que estar presentando currículos porque el jurado se declara que no sabe? Es una indignidad”, vocifera Uribe mientras tose y toma aire. No quiere nublarse en la discusión, pero confiesa su hastío con el problema. “Los premios no mejoran los libros. Hay muchos ejemplos de gente que no se atreve a cambiar porque le dieron un premio por hacer determinado tipo de obras. Lo que ocurre con los premios es que modifican el espíritu y las capacidades de quienes los escriben, porque intervienen la vanidad y el narcisismo”.

Uribe está en otra. Desde que en 1998 jubiló como profesor de la Universidad de La Soborne y dejó de hacer clases en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, se enclaustró a escribir y revisar material perdido u olvidado. “No quiero que eso se convierta en un clavo para la familia. ¡Qué hacer con todos estos papeles!”, se inquieta. Sabe que no hay tiempo, y sin embargo queda tanto por hacer. Por eso los líos con su obra prefiere resolverlos mientras tenga vida.

La rabia se disipa y aparece el gran tema que ha movido toda su obra: la muerte y Dios. La resurrección de la carne. La vida eterna. Ideas que vienen y van como espadas que Uribe sigue clavando sin descanso, en plena actividad, y que este año dará frutos cuando publique tres nuevos títulos. Uno de ellos se llamará De Muerte y otro El Insensato, pero en ambos Uribe sigue vivo. Luego advierte: “Llegado cierto minuto hay que prepararse para bien o mal morir; y para alguna de las dos me estoy preparando yo”. LND

El quiltro Dorfman
Sus obsesiones por la muerte y la tortura han sido traducidas a más de 30 idiomas. Dicta cátedra sobre cómo somos, pero viene a Chile sólo a visitar a la parentela. Es exitoso, tiene amigos famosos en Hollywood y desde el “Washington Post” le recomienda a Bush que actúe como el general Cheyre. Viajó por el Norte Grande buscando rastros de un amigo detenido desaparecido para su último libro “Memorias del desierto”, que se lanza la próxima semana sin ninguna pompa. Este es Ariel, desterrado en el reino del Pato Donald.
Nacion Domingo
Franco Fasola
Son las diez de la mañana de un día miércoles en Carolina del Norte. A través de la línea telefónica, y luego de pasar la aduana de la contestadora de una típica familia de película norteamericana, aparece Ariel Dorfman. Con sus lentes de niño mateo y su estampa de intelectual desgarbado, anuncia que en esa parte del hemisferio norte los patos caen asados. Rodeado de bosques y con unos felices pajarillos sonando de fondo, se dispone a hablar de su nueva obra, “Memorias del desierto”, libro escrito a petición de la National Geographic, y parido luego de un viaje por el norte de Chile que realizó durante tres semanas junto a su esposa, Angélica. Allí se reencontró con sus orígenes y con su amigo Freddy Taberna, detenido desaparecido a los 30 años de edad, director de la Oficina Regional de Planificación de Iquique y militante socialista. Los fragmentos de la historia de Freddy estaban en ese desierto y Dorfman viajó por ellos.
-Hay que dejar mensajes. Yo tengo muchos llamados que no quiero recibir. Estoy con una serie de obras teatrales (tres) que están por estrenarse y además trabajando en un par de películas: una que tiene el guión listo y que le estamos buscando financiamiento, y otra que estamos escribiendo con mi hijo mayor, Rodrigo.
Mientras se escuchan las primeras palabras del escritor chileno vivo más renombrado internacionalmente, pienso en las casualidades de la vida. Lo primero que me viene a la memoria es una frase que Dorfman dijo alguna vez en una entrevista perdida: “Creo ser como una esponja para el dolor”.
Ariel Dorfman, nacido en Buenos Aires hace 63 años, desciende de una familia de judíos rusos que escaparon de los pogroms de Europa oriental. Es chileno naturalizado y norteamericano hace 20 años. Su historia no tiene ancla. Y al otro lado del teléfono suena tan satisfecho como lo estaría un quiltro que se salvó por un pelo de la cola de terminar aplastado en la Panamericana.
Los pajarillos siguen cantando felices mientras imagino que las decisiones más triviales son las que nos pueden cambiar la vida.
Si el guión hubiese sido otro, Ariel no estaría ni al otro lado del teléfono ni en ningún otro lado. Su historia de éxito y reconocimiento internacional cuajaría algunas horas antes del 11 de septiembre de 1973, cuando -y mientras era asesor cultural del Presidente Allende- decidió cambiarle el turno en La Moneda a su colega Claudio Gimeno, sin saber ni de bombas ni del golpe de Estado que ya se estaba fraguado. El acto final de su sueño de Unidad Popular tenía final trágico: su amigo, detenido y desaparecido, y él, exiliado. Al igual que sus abuelos y sus padres.
GLEN Y YO
Luego del golpe viajó con su esposa, Angélica, y su hijo por París y Amsterdam. Pasaron siete años hasta que en 1980 obtuvo una beca para pasar un año en Washington, en el Centro Woodrow Wilson del Smithsonian. Después, él y su familia lograrían la residencia definitiva en Estados Unidos, trasladándose a Durham, Carolina del Norte, donde hasta hoy ejerce como profesor de literatura y estudios latinoamericanos en la Universidad de Duke.
Desde que apareció “La muerte y la doncella”, Dorfman se convirtió en fetiche para los actores rebeldes de Hollywood. Sus poemas, leídos por Bono, de U2, Jeremy Irons o Warren Beatty, lo elevaban a la categoría de gurú. Amigo de Glen Close o “de la Glen”, como le dice, Dorfman ahora se codea con Sean Penn, Alec Baldwin y Martin Sheen -quien representó “Voces contra el poder”, de Dorfman, hace algunas semanas-, quienes se sienten distinguidos por actuar en sus montajes de Broadway. O se junta a conversar sobre la situación en Irak con Susan Sarandon y Tim Robbins.
Su obra lo transformó en el centinela de los oscuros territorios del Tercer Mundo, llenos de tortura y violaciones de los derechos humanos. Su mayor éxito, “La muerte y la doncella”, llevada al cine por Roman Polanski, fue concebida inicialmente como un regalo a su pueblo. La paradoja era que mientras en Alemania tenía 70 representaciones teatrales distintas, en Chile sólo había una. Y la crítica la destrozaba. Como él mismo reconocía, quiso meter el dedo en la llaga y que lo reconocieran, pero no pasó nada.
Y aunque han pasado los años y se sigue sintiendo chileno, y aún escribe sobre las marcas que acá le quemaron el alma, Dorfman eligió Estados Unidos como lugar de residencia. Se exilió y se quedó en el imperio del Pato Donald que tanto criticó en su agitada juventud.
-¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Chile?
-Hace seis o siete meses. Vine a ver a mi familia, para que conocieran a mis dos nuevas nietas. No di entrevistas ni hablé con nadie. Hubo una época de la dictadura y de la postdictadura donde di muchas entrevistas. Lo veía casi como un deber, que había un vacío, que había cosas que tenía que decir. Pero la verdad es que en este momento estoy muy parco. Y trato de hacerlo porque pierdo mucho tiempo y porque prefiero hablar de las cosas reales, de las que he escrito.
-Eres un hombre que vive entre dos idiomas y culturas ¿Te sientes un quiltro?
-El quiltro viene de una mezcla. Yo sé de dónde vengo, aunque nunca nadie sabe de dónde viene de verdad. Todos somos mezcla de todo. Yo me siento híbrido, vengo de muchas tradiciones diferentes y estoy entre muchos mundos diferentes. Además, soy muy patiperro. Yo diría que soy un quiltro lingüístico, intelectual. Tengo dos idiomas, hablo más de dos. En “Rumbo al sur deseando el norte” hablé de lo que me ha significado pertenecer a dos culturas. Creo que lo fundamental es que uno es un cruce y, como tal, estamos en encrucijadas todo el tiempo.
ARENA Y MUERTE
-¿Y cómo se te cruzó “Memorias del desierto” en tu viaje?
-National Geographic se acercó a una serie de escritores de habla inglesa y yo fui el único latinoamericano. Nos propusieron, a los 30 autores, ir al lugar donde más nos diera la gana en el mundo. A mí me pareció que era una gran oportunidad. Yo no soy muy bueno para describir cosas. Si miras todos mis libros, por ejemplo “Konfidenz” (donde hay nueve horas de conversación telefónica) o “Máscara” (donde hay un hombre sin cara), tengo una tendencia a no describir paisajes. Ni una calle. Es como si mis personajes flotaran en un mundo donde la intensidad emocional es la que quema. Entonces, un libro de viajes era un buen desafío. Chile ha vivido de los minerales que el desierto nos ha dado, y eso ha creado un Chile muy especial, que ha dependido de la extracción de minerales, pero a la vez debido a que uno puede mirar allá los estragos que significa depender de un solo elemento para construir un país y ver estos pueblos fantasmas, estos sobrevivientes. Uno de los temas fundamentales de mi obra es cómo la gente sobrevive en los baldíos más grandes, en las peores circunstancias emocionales, sicológicas o, en este caso, de paisajes y naturaleza; cómo los seres humanos son capaces de construir una existencia alternativa. Todo eso me atraía al norte de Chile.
-¿Qué te hizo clic para venir al Desierto de Atacama?
-No. Incluso hablé con ellos la posibilidad de ir a los Himalaya, donde había un personaje, un hindú, que retornaba a los niños secuestrados que fabrican alfombras. Me interesaba, pero decidí que yo tenía una deuda con el desierto, con el norte chileno. Había pasado por ahí muy fugazmente cuando joven, haciendo dedo por América Latina. Creí que era la hora de volver a eso, el norte me estaba clamando. También había motivos personales. La familia de mi mujer es de Iquique y nos habíamos prometido echar una mirada a los orígenes de la familia. Además, tenía un amigo, Freddy Taberna, al que habían ejecutado en Pisagua.
-¿Cuales fueron los símbolos que encontraste ocultos en las rocas del desierto?
-El norte fue una metáfora y una advertencia sobre América Latina. Porque a veces vivimos como si fuéramos pueblos fantasmas. Como si la realidad fuera prestada.
-Llegó la democracia, pero los muertos siguen allí, dando vueltas. ¿Cómo fue el encuentro con la memoria de Freddy Taberna, tu amigo desaparecido?
-El país está en una situación en que vamos terminando con las historias del pasado, en el sentido de que estamos explorando y enterrando los dolores. Aunque eso sea cierto, hay que recordar que las tragedias que hemos vivido y las violaciones que hemos sufrido no desaparecen por el hecho de que uno arma una nueva vida. Suponer eso es no entender cómo funciona el corazón humano y los recuerdos.
-¿Qué te pareció el Informe Valech?
-Antes que emitieran ese informe, yo estaba en contacto con los miembros de la comisión. Me pareció extraordinario, inusitado en el mundo, como lo fue también que tuviéramos un comandante en jefe del Ejercito que aceptó la responsabilidad institucional en esas atrocidades.
-Un país que no mira el pasado, no puede crecer fuerte.
-Yo creo que el país tiene que reconocer que es así, que estas historias son necesariamente inacabadas. Uno tiene una deuda con los muertos, pero eso no significa que uno tiene que estar amarrado a ellos todo el tiempo. Pero cuando hay una ocasión aparecen. Aun para quienes nacieron después del golpe o después del término de la dictadura, se van a encontrar con signos y señales por todas partes. El norte está lleno de esto. La Caravana de la Muerte, Pisagua. Yo me enfoqué en Freddy, que fue un ser humano excepcional. Mi relación fue la de Ariel, hijo de diplomáticos, cosmopolita, hablando en dos idiomas, queriendo hacerse chileno, desesperado por hablar el castellano solamente, dedicado a la literatura. Ese Ariel se encuentra y se hace íntimo amigo de este hijo ilegítimo de un pescador, típico producto de ese norte. Uno aprende por qué escribió un libro después de haberlo terminado. Y yo me di cuenta que era otra manera de reconciliarme con mi país. Que era un pedazo de Chile que no conocía. Pienso que el norte le pregunta a Chile sobre su destino latinoamericano. Durante un tiempo hubo un mito de “adiós, América Latina”, creado por Joaquín Lavín. Él decía que el destino de Chile era ser como Nueva Zelandia. Nosotros nos parecemos a ellos, pero somos latinoamericanos. LCD