Wednesday, July 27, 2005


Domingo 1 de agosto de 2004
La senda de Rodrigo Orias, el asesino de la Catedral
Por un demonio
Una serie de pequeños acontecimientos, aparentemente aislados, se unieron el sábado 24 de julio para crear un espeluznante cuento de terror y manchar de sangre el sagrado suelo de la Catedral de Santiago. ¿Quién barajó las cartas del azar?
Nacion Domingo

Por Franco Fasola

“Sé que todos los demonios nos abandonarán, si se hace correr la sangre suficiente”. De la ópera Elektra, de Richard Strauss.

A las cinco y media de la tarde del sábado 24 de julio, el sacerdote Faustino Gazziero no podía imaginar que, minutos más tarde, su vida terminaría degollado igual que la del Apóstol Santiago al cual dedicaba la misa que recién partía. Poco antes, después de dirigir cuatro oficios en el Cementerio Católico, Gazziero preparó la homilía para los fieles de la Catedral, tal como hacía todos los sábados a esa hora.

“Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes”, dijo casi al finalizar la ceremonia y concluyó “pueden ir en la paz del Señor”. En uno de los confesionarios Rodrio Orias Gallardo, de 25 años, esperaba con una daga de 14 centímetros oculta entre su ropa.

Gazziero bajó del altar y se encaminó hacia la sacristía. “¡Por Satán!” gritó Orias y se abalanzó sobre el cuello del religioso. El micrófono que aún llevaba puesto en su solapa amplificó el alarido de terror del párroco. El ángel de la muerte venía por él.

Rápidamente un charco de sangre comenzó a expandirse en el piso. Orias reía y untó el líquido por su cara. Sus ropas negras se tiñeron de rojo. Luego, traspasó su propia tráquea con la afilada hoja. El rito del sacrificio estaba cumplido. Tal y como había imaginado en su natal Coyhaique.

El 9 de julio pasado ‘El Respi’ como le decían sus amigos, comenzó a cumplir los llamados que le hacía Glenn Benton , vocalísta de “Deicide” (muerte de Dios, en latín), su banda de Black Metal preferida.

Ese día, Rodrigo estaba junto a su familia en la Calle Guacolda # 171, de la población Michay en el sector alto de la austral ciudad. ‘El Respi’ estaba intranquilo. Se paró y se sentó tres veces de la mesa. Luego anunció que viajaría a Santiago, pero antes pasó a ver a Cristián, uno de sus amigos. Él no estaba en su casa, pero a la madre le contó que se iba para cumplir una “misión”. “Mi dios me llama”, le dijo.

No se conoce su itinerario exacto, sólo se sabe que no tenía más de treinta mil pesos en el bolsillo -que le habían quedado tras pasarle la mitad de la devolución de impuestos a su familia- y que cuatro días después, el martes 13 de julio, Rodrigo Orias abordó el bus de la empresa ‘Turis Sur’, desde el terminal Collao de Concepción con destino a la capital.

VIAJE AL INFIERNO

El jueves 15, ‘El Respi’ ya estaba en Santiago. En nueve días más, cumpliría su última misión en la vida, según pensaba. Luego de leer un aviso en la prensa, Orias encontró una habitación en una vieja casona - ubicada en la calle García Reyes- donde podía quedarse. Al dueño le dijo que venía a probar suerte, a buscar trabajo y que no sabía cuanto tiempo estaría en ese lugar. Arrendó la pieza cinco, luego de pagar los 38 mil pesos del alquiler.

Según sus vecinos, se levantaba temprano y salía con rumbo desconocido, regresando sólo en la noche. Nadie compartió mucho con él. Rodrigo era de pocas palabras. “Vestía normal y su pelo largo siempre estaba tomado en un moño”, aseguran los vecinos.

Hay tres hechos que dieron nuevas pistas de los pasos de ‘El Respi’ en Santiago. Según las investigaciones que se realizan para aclarar el delito, Orias pasó varias veces por la Catedral para conocer los movimientos en la iglesia y los horarios de las misas. Además, poco antes del crimen en la Catedral, según relatos de testigos, Orias habría ingresado a la librería Colón, ubicada en las inmediaciones de la Plaza de Armas, exigiendo una hoja de papel. Los encargados del local se asustaron por su violenta petición y le preguntaron para qué la quería: “Para mandar un mensaje. Pronto sabrán de mí”, respondió. También, por esos mismos días, Rodrigo llamó a su familia y les dijo que vendieran sus pertenencias. Ya no las necesitaría pues no iba a regresar a Coyhaique. Su madre trató de saber donde estaba. ‘El Respi’ cortó la comunicación.

En la casona de García Reyes dejó de ser visto el día antes del crimen. En su habitación la policía encontró una cruz invertida, sábanas negras, un cuerno de carnero, un pentagrama metálico, una navaja, muchos discos de Black Metal y fotos en que aparece bailando alrededor de una fogata. Pero lo que más llama la atención a la policía es un manuscrito de una carilla. Allí se declara ex católico y escribió su declaración de principios: “Tú, que bautizas de odio, maldad y lujuria a nuestros progenitores (…) Rechazo lo que se llama cristianismo, que se cree dueño de la verdad. Bautizas a tus bestias que te acompañan en el trono de esas semillas que algunos fuéramos cristianos (…) Porque siempre te quisieron conocer, dándote don. Quizás de destrucción a la vida y de amor a la oscuridad. Algún demonio, Satanás”.

EL MARQUÉS DEL INFIERNO

En la nomenclatura demonológica, Orias significa “el demonio (ángel caído) de los astrólogos y adivinos, gran marqués del imperio infernal que se muestra en la forma de un león furioso montado en un enorme caballo con cola de serpiente”. Es probable que ‘El Respi’ supiese de esto, y que esa leyenda le diera fuerzas para actuar.

Según quienes lo conocieron en Coyhaique, cuando pequeño Rodrigo era un niño tranquilo que gustaba jugar al fútbol. Su familia está conformada por Víctor Hugo Orias, estafeta del Servicio de Salud de Aysén, María Gallardo y tres hermanos menores. Todos católicos practicantes.

La metamorfosis de Rodrigo Orias puede haber comenzado cuando repitió Segundo Medio en el Liceo Agrícola donde se tituló como técnico en esa especialidad. En esos años Orias se hizo adicto del Black Metal, la banda de sonido que lo inspiraría a cometer el brutal crimen. Junto a varios amigos, formó el grupo “In carne Satán”, del que era líder, vocalista y guitarrista. Allí hizo sus primeros alardes serios de adoración al demonio.

Tal era su compromiso ideológico con esa música, que se tatuó el nombre de banda preferida: Deicide, punta de lanza del poco conocido género musical que sin tener gran difusión, ni ser una moda generalizada, se ha hecho mundialmente famoso por suicidios, quemas de iglesias, asesinatos entre amigos y constantes declaraciones satánicas y anticristianas de sus líderes. De hecho, antes de su muerte Euronymus, uno de los íconos del movimiento, dejó la siguiente frase perturbadora: “No necesitamos más bandas de Black Metal, necesitamos terroristas”.

Desde 1993 en Noruega existe una organización armada denominada el “Inner Circle”, destinada a controlar a quienes se dicen satanistas para guiarlos en la “misión” de erradicar el cristianismo de ese país. Los que no están en su línea, son perseguidos y eliminados.

Varg Vikernes, líder de la organización, cumple condena por asesinato. De sus seguidores en todo el mundo recibe cerca de 100 cartas semanales. Planea influenciar a los jóvenes para que la doctrina cristiana no les “lave la cabeza”, y en prisión predice que las nuevas generaciones crearán una nueva moral “pagana”.

Una de las canciones del grupo norteamericano Deicide, la banda que más caló en la enrarecida conciencia de ‘El Respi’, es el hit “Kill the Christians”, que dice más o menos así: Armies of darkness unite/Destroy their temples and churches with fire/ Satan wants you dead / Kill the christian, kill the christian (Ejércitos de la oscuridad unidos/destruye sus templos e iglesias con fuego/Satán los quiere muertos/Mata a los cristianos…)

Ese mismo satanismo envuelto en melodías poderosas, es aquel que hasta hoy tiene mucha recepción es las oscuras y frías tierras de Coyhaique, lugar de donde proviene Orias y donde todavía son investigadas por la jueza Alicia Araneda, las extrañas muertes de 12 jóvenes, curiosamente todos ellos vinculados al movimiento Black Metal.

FUTURO NEGRO

Muchas teorías intentan explicar las motivaciones de Rodrigo Orias - arriesga penas desde 15 años hasta cadena perpetua- para asesinar al sacerdote Gazziero. Se especuló con un vínculo sanguíneo entre ambos, ya que ‘El Respi’ es hijo de padre desconocido y nació poco después que el párroco italiano viajara a Santiago. La jueza Verónica Sabaj –quien investiga el crimen- solicitó exámenes de ADN para descartar tal posibilidad.

El propio Orias, detenido en el Hospital de la ex Penitenciaría, descartó el viernes ante la jueza cualquier relación con Gazziero: “fui impulsado por una fuerza profunda de que esto tenía que hacerlo. Para esto me vine a Santiago, pero sin destino determinado a quién”.

Tras descubrir que no era hijo biológico de sus cristianos padres, motivado por su profundo odio hacia los católicos y su amor incondicional a Satán, Orias escribió su página más oscura. Y no se arrepiente. El sacrificio está cumplido. LND

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