Tuesday, May 02, 2006


Carne de cañón
ENTREVISTA A TRISTÁN BAUER, DIRECTOR DE “ILUMINADOS POR EL FUEGO”
Ganadora de los festivales de cine de Valdivia, La Habana, San Sebastián y del Goya español, la película que protagoniza Gastón Pauls se transformó en un gran reloj despertador que rinrinea en las cabezas de millones de argentinos. Acá, el director de “Cortázar” y de “Los libros y la noche” despabila los fantasmas de una guerra que todavía provoca suicidios y que muchos querían enterrar.

Franco Fasola
Según consta en la prensa trasandina, Romualdo Bazán fue el último de los veteranos de la guerra de las Malvinas que se suicidó. Tenía 42 años y dejó una nota donde decía sentirse muy solo. Al igual que Bazán, Vargas, el veterano que intenta inmolarse y da inicio a “Iluminados por el fuego”, fue uno de los más de 350 argentinos que no ha podido con las frías y oscuras pesadillas de esa estúpida, trágica e imposible guerra contra los ingleses, en el invierno de 1982.
Entre los vestigios de cantimploras, zapatillas y cascos militares, el director argentino Tristán Bauer (47) -que ahora prepara una historia íntima del Che Guevara- trabajó más de cuatro años la historia de Esteban Leguizamón (Gastón Pauls), quien, tras el intento de suicidio de su compañero de armas, se sumerge en los recuerdos del compañerismo, la desolación, el hambre y el miedo que, por más de cincuenta días, experimentaron esos inexpertos soldados que se enfrentaban a los temibles gurkas ingleses.
-¿Por qué has dicho que la guerra de las Malvinas actuó como una bisagra en la historia argentina?
-Porque marca el final de la dictadura militar. Acá la dictadura no cae por un desgaste feroz o el enfrentamiento de las distintas fuerzas, sino por una catástrofe en todos los terrenos: el militar y el político que significa Malvinas para Galtieri y eso nos abrió a un proceso constitucional.
-Pero los argentinos le echaron tierra a todo el desastre que tú contaste con los veteranos que se suicidaron tras la guerra...
-Cuando viene la derrota, esos soldados que, entre euforia y nacionalismo, fueron despedidos como jugadores de fútbol que van a participar de un campeonato del mundo, fueron traídos de forma oculta. La población no les dio acogida y sus jefes les hacían firmar un pacto de silencio, les entregaron un documento donde les prohibieron hablar de Malvinas. Creo que en la sociedad argentina había un sentimiento de culpa por aquellas manifestaciones tan masivas y populares que apoyaban la guerra. Hubo participación y olvido. La sociedad no quiso mirar Malvinas.
PARA NO OLVIDAR
-¿Cómo ves la función del cine como un medio para no perder la memoria histórica de un pueblo?
-No es vano que cuando estrenamos la película fueron más de 350 mil espectadores y generó todo un debate sobre el tema. Yo estoy sorprendido, nosotros hemos sido protagonistas de un fenómeno donde el cine se transforma en un hecho cultural masivo que genera toda una dinámica que lo excede. Y que de la reflexión se expande a la televisión, los diarios y la radio. El tema de los suicidios no se conocía, a pesar de las impresionantes estadísticas.
- Aunque en Argentina se ha generado todo un debate frente al tema Malvinas, el ejército se negó a ayudarlos luego de revisar el guión. Dijeron que esta era una “película de mariquitas”.
-Indudablemente en ese momento no había ningún nivel de autocrítica en el ejército. Ellos sólo hablaban de los “héroes de Malvinas” y de la “gesta de Malvinas”, y no quisieron profundizar en ninguna autocrítica, por más que los informes eran brutales y descalificadores respecto al actuar de los mandos militares. Pero creo que la película jugó un rol importante. Si bien ocurrió esto previo al rodaje y en la etapa del guión, una vez terminada, no he recibido críticas, sólo llamados de oficiales y suboficiales del ejército que agradecen esta nueva mirada.
-Trabajaste “Iluminados...” recopilando información casi como para hacer un documental. Antes lo habías hecho en “Cortázar” y en “Los libros y la noche”. ¿Cómo ves el futuro de las narraciones documentales que ahora están tan de moda?
-Es notable. Hace 15 años, cuando hicimos “Cortázar”, era una rareza que a un documental se le hicieran copias en 35 mm y se la estrenase en salas. De ese momento extraño llegamos a que en Argentina el año pasado hubo 25 largos documentales que se estrenaron. El lenguaje documental está en una dinámica notable donde la experimentación, la poética y la búsqueda de estructuras dramáticas ha superado la instancia meramente testimonial o descriptiva.
-Estuviste dos veces en la isla durante el rodaje ¿Cómo te afectó ese viaje para darle forma a “Iluminados por el fuego”?
-En la película, Gastón Pauls toma una cantimplora cuando regresa a Malvinas, hay zapatillas de los soldados. Esos pertrechos no son el invento de ningún escenógrafo, están ahí a flor de tierra. Es conmovedor recorrer todos esos campos. Cuando estuvimos en el cementerio todos lloramos. Fue un rodaje hecho entre lágrimas. LCD

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